De manera cotidiana, las expresiones bullying y violencia escolar se utilizan como sinónimos, lo cual ha generado tres grandes confusiones:
- Que el bullying o maltrato entre pares (MEP) es exclusivo del centro escolar.
- Que el MEP es la única forma de violencia escolar.
- Que maltratadores y maltratados son fácilmente identificables.
Prácticas en el bullying
Es importante destacar las similitudes y diferencias entre el bullying (maltrato entre pares) y la violencia escolar, con la finalidad de hacer visible la intersección entre ambos conceptos, recordando que el bullying puede presentarse en la escuela, pero también en otros contextos.
También señalar el carácter intercambiable de los actores, ya que no hablamos de víctimas crónicas y maltratadores potenciales, sino de niños, niñas y adolescentes que ejercen, reciben, observan o instigan maltrato en diferentes situaciones.
Se trata de prácticas que, durante mucho tiempo, se consideraron naturales, inevitables e incluso pedagógicamente deseables, pero que actualmente se señalan como formas de violencia.
En los últimos años se ha observado que los medios de comunicación difunden con el nombre de bullying diversas agresiones en las aulas y pasillos escolares: peleas entre compañeros, exhibición de casos de suicidio adolescente relacionado con problemas escolares, profesores amenazados por los padres de alumnos, maltrato de maestros hacia alumnos, entre otros.
Lo anterior genera altos niveles de expectación morbosa y reduce a una sola (bullying) las diversas manifestaciones de violencia que se presentan en los centros educativos. Si bien el maltrato entre pares puede presentarse en la escuela, la violencia escolar es más amplia y remite a otras prácticas.
A diferencia del maltrato…
Uno de los pioneros en la temática fue Dan Olweus, quien explicó que el término bullying aplica cuando un estudiante es maltratado (bullied) o victimizado al exponerse, de forma repetida y durante un tiempo prolongado, a una serie de acciones negativas por parte de uno o más estudiantes.
Las acciones negativas son aquellas acciones intencionales que infligen o pretenden infligir lesiones y malestares a otros, las cuales pueden ser verbales —en forma de amenazas, insultos, burlas y sobrenombres— o físicas —mediante golpes, bofetadas, patadas, pellizcos— o expresarse mediante miradas de desprecio y gestos discriminatorios que promueven el rechazo y la exclusión. Éstas pueden realizarse de forma individual o grupal y el blanco del bullying también puede ser un individuo o un grupo.
Para que el bullying se presente, debe haber un desequilibrio en la fuerza (una relación de poder asimétrica), de tal manera que el personaje atacado tiene dificultad para defenderse por sí mismo y es impotente frente a quienes lo hostigan y maltratan.
El autor considera conveniente distinguir entre bullying directo, que consiste en ataques abiertos hacia la víctima, y bullying indirecto, que consiste en provocar el aislamiento o la exclusión intencional de un individuo o grupo. Para Olweus, es importante prestar especial atención al primero, ya que es menos visible y sus efectos son progresivos.
El bullying también puede observarse en jardines de unidades habitacionales, en espacios donde conviven niños y adolescentes de diferentes escuelas, en clubes sociales, en el servicio militar y dondequiera que hay pares; algunos autores señalan que también existe entre hermanos.
Bullying no es lo mismo que violencia escolar
Existen agresiones, humillaciones, abusos e injusticia en casi todos los espacios de la vida social, pero adquieren formas específicas cuando se presentan en las escuelas; sin embargo, la influencia del término bullying y su relación con los centros escolares ha favorecido el ocultamiento de otras formas de violencia que ocurren en dichos escenarios.
La violencia escolar incluye agresiones físicas (golpes, puñetazos, patadas), agresiones verbales (amenazas, burlas, apodos, rumores, entre otros), exclusión social e incluso agresiones sexuales (tocamientos no consentidos, relaciones sexuales forzadas).
Cuando estas violencias se manifiestan entre pares de manera repetida (por lo menos una vez a la semana durante seis meses) y contemplan un desequilibrio en el poder entre quien ejerce el maltrato y quien lo recibe, con la intención de lastimar, se trata de MEP.
Cuando las diversas formas de violencia se dan entre alumnos y maestros, así como entre todos los actores presentes en las escuelas (prefectos, directivos, conserjes, padres de familia), se trata de violencia escolar.
Algunas manifestaciones de violencia escolar relevantes son: vandalismo, disruptividad, indisciplina, criminalidad y violencia interpersonal. Por otro lado, hay un listado con las acciones cometidas por alumnos, las cuales se clasifican como de mala conducta o indisciplina y se relacionan directamente con el entorno escolar:
- Alterar el orden del grupo, desobedecer.
- Faltar al respeto a compañeros y profesores.
- Pelear.
- Portar objetos prohibidos y armas.
- Jugar de manera inadecuada y peligrosa.
- Tener retardos.
- No trabajar en clase, no entrar a clase o salirse de ella.
- No traer material de trabajo.
- Portar el uniforme incompleto.
- Tener bajo aprovechamiento escolar.
Por otro lado, cuando se confunde bullying con violencia escolar en su conjunto, se olvida la violencia institucional (resultante del propio sistema educativo), que lleva a los adolescentes a ver en las clases un espacio de aburrimiento y a cometer actos considerados de mala conducta o indisciplina, debido a su desinterés por los conocimientos transmitidos.
Esto se debe a que se presenta una desconexión entre lo que se enseña en los centros escolares y la cultura popular de los alumnos, lo que da lugar a una situación de extrañamiento y al cuestionamiento de la escuela como algo “útil”, lo que propicia desencuentros, conflictos y apatía.
Entre bullying y violencia escolar es posible destacar que, en ambos casos, se presentan actores intercambiables en las diferentes situaciones, sin negar que algunos adolescentes puedan ser propensos a desempeñar el papel de maltratadores o víctimas de manera repetida.
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Este texto es una versión abreviada de un artículo de mayor amplitud publicado en la Revista Intercontinental de Psicología y Educación.
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